Aunque la pandemia de coronavirus obligó a millones a no poder celebrar el Domingo de Ramos, en países como Nicaragua, Bolivia y El Salvador la gente colmó los templos.

La recomendación del Episcopado en Nicaragua era que los creyentes vivieran esta fecha, y en general la Semana Santa, desde sus casas, pero muchos acudieron a las parroquias para participar de una de las tradiciones más importantes del catolicismo.

Asimismo los católicos ingresaron manteniendo la distancia social y portando mascarillas, en la mayoría de templos, algo inédito hasta ahora, ya que en 2020 todas las actividades religiosas presenciales de la Semana Santa fueron suspendidas. El gobierno de Daniel Ortega se ha negado a aplicar restricciones e incluso ha fomentado los actos masivos.

En Bolivia, las tradicionales misas católicas y la venta callejera de palmas volvieron un año después de que la cuarentena por el Covid-19 obligara a suspender estas celebraciones deforma presencial.

La lluvia que cayó en La Paz no fue un impedimento para que las personas asistiera de forma masiva y con medidas de bioseguridad como mascarillas y protectores faciales a la Basílica de San Francisco para escuchar misa y hacer bendecir las palmas y crucifijos.

Al igual que las misas también volvió la tradicional venta callejera de palmas con mercadillos instalados en los atrios de los templos.

Por la pandemia no hemos podido venir a San Francisco a vender [el año pasado]. Ahora ya con las medidas de bioseguridad estamos vendiendo.

Sofía Huanca, Vendedora.

De igual manera, en El Salvador, cientos de católicos volvieron ayer a las iglesias para dar la bienvenida a la Semana Santa, aunque con medidas como 50% de aforo y uso obligatorio de cubrebocas.

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