La existencia de un nuevo sector en la construcción de viviendas está experimentando un gran auge; se trata del sector de los bienes raíces modulares que contempla la transformación de contenedores marítimos para destinarlos al uso habitacional, así como de oficinas y locales comerciales.
En México, estos espacios ya son considerados una excelente opción para las personas ya que reduce costos y tiempos de edificación de hasta en un 75 por ciento; a ello genera y promueve espacios arquitectónicos más sustentables debido al tipo de materiales que se utilizan para su construcción.
Solo por mencionar una cifra, en el 2020 el mercado global de casas construidas a base de contenedores alcanzó la cifra de 49 mil 800 millones de dólares, esto de acuerdo con estimaciones de la firma The Business Research Company, y se espera que en 2023 alcance un valor de 59 mil 400 millones de dólares.
En América del Norte esto se ha convertido en el mercado más grande en este tipo de casas, llevando una participación de 39 por ciento, de acuerdo con Modular Building Institute (MBI), por el momento se cuentan con más de 400 empresas en el ramo, lo que lo posiciona como un segmento de las bienes raíces con un potencial enorme de crecimiento, en particular en países como México.
Ciudades como la CDMX, Monterrey, Oaxaca y Guadalajara, así como los estados de Chiapas y el Estado de México, es más notorio su uso.
Es así como cada año cerca de seis millones de contenedores marítimos se mueven en nuestro país, los cuales pueden ser adquiridos en el mercado por 25 mil pesos; el costo para ser adaptados como casa u oficina oscila en 200 mil pesos, en promedio. Algunas de las ventajas que proporciona el habitar este tipo de espacios es que duran toda una vida mientras se le dé el mantenimiento necesario.
Los desarrolladores en México viven un boom en la construcción de este tipo de viviendas desde hace cinco años, en aparte motivados por la tendencia “verde” y eco-sustentable.
Estos contenedores, que cuentan con una medida de aproximadamente 6 metros de largo por 2.50 metros de ancho, permiten crear construcciones que parecen imitar los modelos de legos, además que propician espacios seguros ante desastres naturales y sismos.