Whispering Angel no es un vino: es un estilo de vida. Es un rosé premium que es posible beber del mediodía a la medianoche, para un trago en pareja o con amigos, o sencillamente porque nos encanta el rosé. Y es el vino perfecto para este 14 de febrero, lo mismo para acompañar un asado de cortes de res o de salmón en el jardín; para una larga y animada sobremesa en la terraza; para una tarde de cultivar la amistad en torno a la conversación, el juego, los recuerdos compartidos y el queso; o para una cena romántica que comienza cocinando juntos una receta de cocina contemporánea y termina donde llegue la imaginación.
El rosé más glamuroso del mundo nace de la visión de Sacha Lichine, heredero de una de las tradiciones familiares más legendarias de la vinicultura francesa. Nacido en Burdeos, formado al vino en las míticas propiedades de su familia –Château Prieuré Lichine y Château Lacombe– , educado en Estados Unidos, distribuidor de vinos y sommelier desde los 23 años y productor desde los 27, Sacha tenía un sueño: crear el mejor rosé del mundo. Esto lo condujo en 2006 a Côtes-de-Provence, la región francesa celebrada en todo el mundo por su talante soleado y la calidad de sus vinos rosados.
Ahí, adquirió el Château d’Esclans, propiedad cuyos orígenes se remontan al siglo XII, en cuyas 140 hectáreas crecen viñas de extraordinaria calidad, principalmente Grenache y Vermentino –algunas de hasta 90 años de antigüedad–, cuya edad, aunada a su cultivo en diversos tipos complementarios de suelo redunda en una complejidad, una delicadeza y una concentración inusitadas.
Junto con Bertrand Léon, formado en la mítica casa Mouton-Rothschilld, quien funge como director técnico de Château d’Esclans, y el chef de cave Jean-Claude Neu, Lichine cuida de la preservación de los exigentes estándares y prácticas que hacen de Whispering Angel el líder mundial en su categoría, distribuido en 108 países y merecedor de las puntuaciones más altas del mundo, incluido el dominio del Global Rosé Masters. No extraña, por tanto, que se achaque a esta casa el renacimiento del rosé: la Rosé Renaissance.
Elaborado a partir de un ensamble de Grenache, Cinsault y Vermentino, descrito como “joven, puro y fresco” pero también como “suave, sedoso y equilibrado”, Whispering Angel resulta perfecto para celebrar este 14 de febrero con un talante despreocupado y desenfadado, pleno de un chic que no está reñido con lo informal y lo festivo. Whispering Angel no es un vino, es un estilo de vida. Este 14 de febrero es momento de atreverse a vivir, del mediodía a la medianoche, la vida en rosé.