Los precios globales de los alimentos alcanzaron su nivel más alto en una década en mayo del 2020, una tendencia que no ha mermado desde entonces. El impacto del incremento de los precios de alimentos ha sido mayor en lugares como Siria, África del Este y Myanmar, aunque también en Latinoamérica, donde los precios de los alimentos subió, en promedio, cuatro veces más que otros productos del índice de precios al consumidor (IPC) entre enero y mayo del 2020.
Price Shocks es el reporte que comparó el precio de una canasta 10 productos básicos en 31 países y halló, que, en Estados Unidos, un ciudadano debe trabajar, en promedio, una hora para poder cubrir esos productos, mientras que en Siria, alguien debe trabajar durante 3 días y en Sudán del Sur una semana entera para poder adquirir esos 10 productos.
Asimismo para Latinoamérica y el Caribe, la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó a 40,4% de la población en 2020; es decir 6,5 puntos porcentuales más que en 2019. Esto significa que hubo 44 millones de personas más en inseguridad alimentaria moderada o grave en la región, y 21 millones pasaron a sufrir inseguridad alimentaria grave, apunta la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Es necesario fortalecer los sistemas de protección social, en especial las transferencias monetarias a las familias pobres para asegurar el acceso a alimentos, en especial para los niños y niñas. Vemos con preocupación cómo la pandemia ha deteriorado la capacidad adquisitiva de millones de familias y el hambre y la malnutrición reaparecen en países en vías de desarrollo, como Brasil, mientras que se agudiza en otros como Guatemala”.
Joao Diniz, Líder Regional de World Vision en Latinoamérica y el Caribe
Andrew Morley, Presidente de World Vision International agregó que “los precios crecientes de los alimentos están amenazando a los niños y niñas más vulnerables, cuyas familias no pueden comprar una comida básica. Rompe el corazón saber que 14 millones de niños y niñas adicionales podrían sufrir por emaciación y la malnutrición, robándoles el pleno potencial que deberían alcanzar”.
El reporte de World Vision reveló, que, desde la declaratoria de la pandemia, los aumentos de precios de los alimentos, combinados con la pérdida de empleos inducida por el confinamiento y la interrupción de los servicios de nutrición, se ha desatado una crisis global de hambre, con más gente muriendo, en la actualidad de hambruna, que por COVID-19. La hambruna aguda se estima que cobra la vida de 11 personas cada minuto en comparación con 7 personas por minuto por el coronavirus.
Sin embargo otros estudios también activan las alarmas, estimando que para finales del 2022, la crisis de la nutrición causada por la COVID-19 resultará en 283.000 muertes adicionales de niños y niñas menores de cinco años y de 13,6 millones de niños y niñas adicionales sufriendo de malnutrición aguda o emaciación y 2,6 millones adicionales que sufrirán retardo del crecimiento. Esto equivaldrá a 250 niños y niñas muriendo –diariamente- por problemas de desnutrición asociados a la pandemia.
El estudio Price Shocks de VW también reveló que alrededor de 161 millones de personas sufrieron hambre en el 2020, en comparación con el 2019; es decir un aumento del 25%. Más preocupante aún, 41 millones de personas sufren niveles de inseguridad alimentaria, o condiciones similares de hambruna en Latinoamérica, África y Medio Oriente.
También la respuesta de World Vision a esta crisis alimentaria ha alcanzado a 12 millones de personas vulnerables en 29 países con acceso a alimento y nutrición durante el 2020. La ONG hace un llamado a los gobiernos para hacer todo lo que esté a su alcance para paliar los efectos del incremento de los precios de los alimentos y proteger a los más vulnerables.