La participación laboral de la mujer ha aumentado en los últimos treinta años, reduciendo las vulnerabilidades de la mujer, no obstante, en casi todos los países del mundo, son los hombres y no las mujeres quienes tienen más probabilidades de participar en el mercado de trabajo.
De acuerdo con el Banco Mundial la participación laboral de la mujer para 2019 fue de 45 por ciento, en contraste con el 77% de los hombres, es decir, una brecha de 32 por ciento. Para 2020 las estadísticas se recrudecieron aún más, pues la pandemia golpeó a todos los sectores poblacionales, siendo las mujeres las más perjudicadas.
Sin embargo, enfrentan muchos más obstáculos en comparación con sus pares hombres, como el acoso laboral, brecha salarial, discriminación por ser madre y el techo de cristal. Si bien, las mujeres van ganando terreno en el ámbito laboral, suelen ocupar puestos de bajo rango y no alcanzan puestos clave de liderazgo, y aunque cuenten con la misma experiencia profesional, título académico, capacidades y habilidades, todavía son relegadas de estos puestos por el simple hecho de ser mujeres.
El impacto económico y otros beneficios
Si se aumentara la participación de la mujer en la actividad económica del país se recaudarían más impuestos y el PIB nacional se incrementaría, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) se obtendrían 2,500 millones de pesos adicionales por Impuesto sobre la Renta (ISR). Por lo que el impacto de la participación económica de la mujer es fundamental para el crecimiento de la economía de cualquier país. Además del aporte económico, los beneficios de contar con una inclusión de género van más allá, como el aumento de la productividad, las ganancias de la compañía, una mejor reputación y una cultura más libre de prejuicios. De acuerdo con el reporte Las mujeres en la gestión empresarial elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que a escala mundial el 57.4% de las empresas encuestadas coinciden en que las iniciativas sobre diversidad de genero mejoran sus resultados comerciales.
Importancia de una cultura inclusiva en las empresas
Una cultura organizacional con perspectiva de género es un componente catalizador de la productividad. Al sumar más mujeres en puestos de liderazgo, los equipos de trabajo son más equitativos, más diversos y mucho más productivos, pues tanto hombres como mujeres aportan sus capacidades y habilidades, mejorando así la reputación y rentabilidad de la empresa”.
Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín
La inclusión de género es importante y se tienen que empezar a tomar acciones para implementar una cultura organizacional más diversa.
Una cultura inclusiva con perspectiva de género requiere una masa crítica de al menos un 30% de mujeres en puestos directivos, entre el personal directivo de nivel superior y en los consejos de administración… una junta directiva integrada por pocas mujeres o ninguna es más propensa a una cultura machista y reduce enormemente las posibilidades de lograr el equilibrio de género en la empresa”, señala el reporte anteriormente citado.
Los sesgos de género comienzan desde las contrataciones, pues desde el día uno las mujeres sufren de discriminación al ser cuestionados sobre su situación familiar. Por lo que sensibilizar, entrenar y capacitar a todo el equipo de trabajo es necesario y se puede lograr a través de asesorías, talleres, conferencias y entrenamientos que cuenten con una perspectiva de género para eliminar estos prejuicios que limitan la participación de la mujer”.
Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín
De acuerdo con el ranking las mejores empresas para madres trabajadoras, elaborado por Mamá Godín, el 20% de las empresas mencionadas tienen como directora general a una madre trabajadora, en tanto, de las 960 posiciones ejecutivas, el 36% son mujeres y el 13 por ciento son madres, en contraste con el 64% ocupado por hombres, de los cuales el 27% son padres.
Con los datos recabados en este año, podemos ver que existe una tendencia positiva por incluir a más mujeres en los comités ejecutivos, sin embargo, todavía falta un largo camino por recorrer, ya que se prevé que una de las consecuencias negativas de la pandemia sea el retroceso de la participación laboral de la mujer y se aumente la brecha salarial”.
Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín